Las ambiciones de Europa para alcanzar sus objetivos climáticos se encuentran actualmente presionadas por las condiciones del mercado mundial de los minerales críticos. La electrificación de la movilidad no sólo es importante para el futuro del planeta, sino que es fundamental para el futuro de la industria automovilística europea.

Los Europeos fuimos pioneros en apostar desde el principio por el vehículo eléctrico, pero problemas como el precio, la autonomía y las complicaciones técnicas relacionadas con el software experimentadas por los fabricantes occidentales de vehículos eléctricos, han provocado una ralentización de las ventas. Esta ralentización se ha notado especialmente en Europa, que ha experimentado el crecimiento más lento de los principales mercados mundiales.

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China ha demostrado la importancia de cerrar toda la cadena de valor para garantizar el suministro y mantener los costes bajo control. Esto no ha sido por accidente, sino que se ha diseñado cuidadosamente durante un largo periodo de tiempo.

Mientras que otros grandes gobiernos occidentales, concretamente en Norteamérica, se han comprometido firmemente a apoyar y desarrollar todos los procesos de la cadena de valor, Europa ha sido algo más lenta en hacerlo, centrándose predominantemente en las partes finales de la cadena de valor, «más fáciles y con menos oposición».

Por este motivo, un sector declarado estratégico en Europa está viendo alejarse la posibilidad de cumplir los ambiciosos objetivos a corto y medio plazo fijados por la propia Comisión Europea. Porque las buenas palabras y las declaraciones de intenciones deben ir seguidas de decisiones contundentes, tanto a nivel europeo como en cada uno de los estados miembros.

¿Queremos impulsar el sector de la movilidad eléctrica en Europa? Si la respuesta es sí -y todos estamos de acuerdo en que así debe ser- debemos ser conscientes de que cada día perdido es una oportunidad que se va a otra parte del mundo. Si lo tenemos claro, debemos ser conscientes de que necesitamos disponer de los minerales para hacerlo posible cuanto antes y, más allá de tenerlo claro, debemos tomar las decisiones que lo hagan posible.

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La introducción de aranceles sobre los vehículos eléctricos fabricados en China es una medida adoptada para proteger a la industria local de las importaciones subvencionadas por el Estado Chino, pero cuando la mayor parte de la producción mundial de los productos químicos de litio necesarios para la producción de cátodos y baterías está en manos de China, sirve para poco a la hora de resolver el problema.

El sector del litio atraviesa un momento muy delicado debido a la ralentización del crecimiento de los vehículos eléctricos mencionada anteriormente y al aumento de la oferta procedente de China y África. Esto ha provocado que muchos proyectos a nivel mundial estén experimentando serias dificultades e incluso se esté abandonando su desarrollo tras muchos años de espera. Esto acabará provocando un déficit de suministro, pero Europa tiene la oportunidad de asegurar su propia autonomía en materias primas con los proyectos que tiene en su territorio, para evitar esa futura dependencia en un material estratégico como es el litio.

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Hablamos de oportunidades que ya existen, como es el proyecto de extracción y primera transformación de litio que Extremadura New Energies está impulsando en Cáceres. Es probablemente el más estable y seguro de los proyectos europeos que hay en marcha.

En el último año y medio se han dado muchos pasos en la dirección correcta demostrando tanto la viabilidad como la fiabilidad y la certeza de un proyecto que lleva más de 8 años en tramitación. En julio de 2023 el Servicio Extremeño Público de Empleo declaró “estratégicos” los cursos ofrecidos por la empresa y en octubre de ese mismo año el Ministerio de Industria concedió al proyecto una subvención de 18,82 millones de euros en el marco del PERTE VEC II. En noviembre el Ayuntamiento de Cáceres certificaba que el proyecto no es incompatible con el ordenamiento urbanístico actual y en febrero de este mismo año la empresa registraba la solicitud del pase a Concesión Directa.

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En mayo la Dirección General de Industria, Energía y Minas emitía una resolución en la que afirmaba que “queda demostrada la existencia de un yacimiento de litio en las 2 cuadrículas mineras solicitadas como concesión directa de Explotación, siendo técnica y económicamente viable su aprovechamiento con la aplicación de las actuales tecnologías de explotación y procesos metalúrgicos”.

Apenas un mes después, en junio, la Junta de Extremadura lo declaraba Proyecto Empresarial de Interés Autonómico y en julio, el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmaba que se trata de un proyecto “superilusionante”. Todo esto después de que la Comisión Europea aprobase la Ley Europea de Materias Primas Fundamentales y -en el mes de marzo- el reglamento correspondiente, en el que se reconoce el litio como “materia prima estratégica”, siendo una de las 17 que han obtenido esta definición.

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Este proyecto, unido al desarrollo de otras iniciativas empresariales relacionadas con el vehículo eléctrico, sitúan en estos momentos a Extremadura en un puesto de salida privilegiado en el escenario europeo. Tenemos las materias primas, tenemos los proyectos, tenemos la capacidad política de impulsarlos y tenemos la seguridad para los ciudadanos de que cualquier proyecto deberá desarrollarse cumpliendo los exigentes estándares europeos de sostenibilidad medioambiental.

Y, además, tenemos la oportunidad histórica -por primera vez- de liderar un proceso de transformación industrial que también acabará llegando al resto de Europa. Podemos ser referentes en el sector de la movilidad eléctrica implantando toda la cadena de valor en nuestra tierra o podemos perder, una vez más, el tren del cambio.

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Es el momento de ser valientes y avanzar de manera decidida. De tener claros los objetivos a largo plazo y de saber que para alcanzarlos en una década es hoy cuando tenemos que dar los pasos necesarios.

Europa se está jugando su ser o no ser y a veces parecemos no ser conscientes de ello. Porque están en juego asuntos tan decisivos de cara al futuro como la independencia energética y en materia de suministro de materias primas estratégicas. Ya hemos visto en los últimos años lo que puede llegar a ocurrir cuando estamos en manos de terceros países, expuestos a la inestabilidad geopolítica y los intereses económicos de terceros cuya finalidad no es otra que imponernos su hegemonía económica.

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Los empresarios europeos lo tienen claro y llevan años avanzando en esta dirección, pero no siempre han encontrado la agilidad administrativa necesaria -a nivel europeo, nacional y autonómico- para conseguir que estos proyectos, extremadamente complejos por muchos motivos, lleguen a ser realidad.

Europa está frente al espejo y ha llegado el momento de tomar decisiones. En los próximos meses veremos qué imagen nos devuelve el espejo: la de una Europa que avanza de manera contundente o la de un continente enredado en la burocracia que ve cómo el resto se aleja para alcanzar el objetivo que un día fue nuestro.

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