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La previsiones económicas y sociales siempre se ven superadas por los acontecimientos y, si cabe, de forma más acusada en lo que llevamos de segunda década del siglo XXI. Cuando creímos haber salido de, la pandemia COVID-19 parecía que ésta había sido el siniestro epílogo de una crisis social y financiara que se prolongaba ya más de una década y el complejo de ese mini «Plan Marshall» europeo de ayudas económicas públicas y la cohesión del entorno social de la UE hacía prever un desarrollo económico y social en España que iría en progresión geométrica. Sin embargo, posteriormente, la insospechada guerra de Ucrania ha supuesto un suma-y-sigue de las incertidumbres en los terrenos energético y geoestratégico, que conduce a que incluso los más optimistas tengan que aceptar que estamos ante una o sucesivas crisis que constituyen un fenómeno global, estructural y que no sabemos si ha venido para quedarse.
En tal contexto de realidad mutante e imprevisible el trabajo del emprendedor y en general del empresario requiere el apoyo, precisamente de instrumentos –de asistencias- que le aporten la mayor seguridad para moverse y emprender en este mundo que no cuenta con cartas de navegación fiables. El empresario, que arriesga por vocación, necesita ahora más que nunca luces y herramientas para enfrentarse a incógnitas que desbordan su capacidad de atención y de gestión, por amplia que éstas sean.
Atender a la demanda de conocimiento y de asistencia es precisamente el trabajo de asesorías y consultoras, para las que la realidad cambiante supone un reto, si bien que el contexto esté en permanente evolución es un terreno de juego habitual para los asesores y consultores, en este caso, ciertamente más vasto y menos desbrozado, pero es una circunstancia recurrente, que siempre ha habido que gestionar.
Para aportar capacidad de gestión y conocimiento ante el impacto de lo nuevo, consultores y asesores precisamos estar en sintonía con esa nueva realidad, familiarizados con los nuevos instrumentos de actuación e informados puntualmente de las nuevas oportunidades de sus límites y reglas.
Las consultorías y asesorías, ya jurídicas, -fiscales, económicas, de ingeniería o en cualquier otro campo, gestionamos proyectos y enfrentamos problemas del empresario. Ante necesidades nuevas son necesarias soluciones nuevas para proyectos y contingencias que también lo son y para atender estas necesidades se precisa una preparación profesional también renovada de las que no estamos excluidas las consultoras y asesorías de nuestra tierra.
El cambio climático, la crisis energética, los conflictos bélicos, los cambios en los mercados de producción y materias primas, etc…, abren horizontes y requieren repuestas legales, económicas, tecnológicas, institucionales y sociales. Hasta hace unos años apenas habíamos oído y mucho menos nos habían ocupado temas como las energías renovables, las comunidades energéticas locales, la extracción de litio y los acumuladores de energía, el hidrógeno verde, el automóvil eléctrico, los «ERTEs», el teletrabajo, los desarrollos urbanísticos que hoy se contemplan o el concepto de explotaciones agrarias e infraestructuras de comunicación sostenibles, entre otros…) para cuya implementación e instrumentación las empresas extremeñas precisan ayuda especializada, esa que profesionalmente y desde Extremadura prestamos asesorías y consultorías.
Para prestar adecuadamente esa ayuda, los gabinetes, estudios y despachos de asesoría y consultoría extremeños aportamos un innegable valor añadido por nuestra implantación regional y nuestra proximidad al cliente.
No obstante, para competir lealmente con otras consultoras y despachos de implantación nacional e internacional en estos tiempos de cambio, los asesores y consultores de la tierra nos debemos (debemos a nuestra sociedad y a nuestros clientes) un esfuerzo de atención y de formación para, con ello, ampliar el nivel de servicios que pueden dar cobertura a las empresas extremeñas que se enfrentan, en esta realidad mutante, a nuevos proyectos y a lo que ello conlleva y nos permitirá así crecer con ellas.
Las asesorías y despachos extremeños debemos ser, nos esforzamos por ser, pero sobre todo debemos conseguir que se nos reconozca en el mercado como especialistas de la sociedad extremeña, de las administraciones en Extremadura, de la economía, de las soluciones técnicas y del derecho extremeños. También hemos de acreditar, en el campo de la abogacía, la solvencia, que se consigue con un estudio y esfuerzo en el que siempre estamos y que no admite tregua en derechos nacional, comunitario e internacional, en las nuevas tecnologías y en los nuevos medios de la sociedad de la información
En nuestro caso, en el ámbito de la asesoría jurídica, los letrados de «Campón & Martínez-Pereda» llevamos trabajando en Extremadura casi una década como despacho extremeño y más de tres décadas como profesionales Nuestro objetivo en estos años de cambio es acompañar a las empresas en sus proyectos y en su día a día, para que las inversiones sean más eficientes, evitar los problemas y, cuando estos surgen, apoyar a nuestros clientes para conseguir la solución, sea en vía negocial o contenciosa.
Estamos convencidos de que el esfuerzo que ponemos en práctica en formación, cercanía al cliente y conocimiento del medio y de los sectores afectados por el cambio es el que nos permite competir con otras consultorías nacionales o extranjeras.
La experiencia también nos ha demostrado que es absolutamente preciso alimentar entre nosotros una cultura de cooperación interdisciplinar entre consultoras, gestoras y asesorías de diferentes disciplinas, que permita a las empresas contar con un asesoramiento coordinado en sus proyectos y en la atención de sus necesidades. Nosotros estamos acostumbrados a esta colaboración que genera una globalidad y calidad en el servicio que las empresas agradecen.
Extremadura se encuentra actualmente, por su situación geográfica y orográfica, en una situación óptima para ser receptora de proyectos de inversión especialmente relevantes. Tenemos un gran potencial como proveedores de energías renovables, un activo del que tenemos que aprovechar otros ciclos económicos que subsiguen a la obtención de energía. También somos los depositarios de minerales estratégicos para la futura acumulación y gestión de la energía. Ello va unido a la inyección de capitales en ayudas públicas y la estabilidad de nuestro sistema social y nos permite augurar, aun siendo difícil hoy hacer pronósticos, un futuro de desarrollo económico al que venimos aspirando históricamente. En gran parte depende de los extremeños y, en especial, de todos los que formamos parte del ciclo de la economía en la Región, que estamos llamados a aportar nuestro saber hacer, con el valor añadido que supone nuestra presencia, y a protagonizar en gran medida este cambio que esperamos como se espera la lluvia del otoño.
A esa misión debemos atenernos, particularmente en estos nuevos tiempos.
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