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El futuro exige excelencia, formación y adaptación

Juan Pérez Gálvez

Jueves, 11 de junio 2020

El conocimiento, elemento básico que gestionamos, se nutre de un contexto en constante evolución y mutación. Por tanto, en el momento en el que no se presta atención a esta transformación constante, queda obsoleto y pierde su propiedad intrínseca. De este modo, una tarea pendiente en el sector de la educación es reflexionar e integrar el impacto potencial de la tecnología en los procesos de formación.

Es responsabilidad de las escuelas de negocio, de los colegios, universidades y empresas formar trabajadores que lideren esta transformación de la sociedad. Un liderazgo basado en la innovación y la adaptabilidad mediante un proceso de aprendizaje continuo y formación para adaptarse a roles o trabajos que aún no existen.

El ciudadano actual está preparado para aceptar esta revolución en la educación e, incluso, la demanda. La automatización y la inteligencia artificial en este sector van a ser dos de las asignaturas pendientes estos años venideros. Generalmente se perciben como amenaza, pero la realidad es que abunda el desconocimiento, ya que, el aprendizaje adaptativo basado en big data está al alcance de la comunidad educativa y dará respuesta a sus grandes desafíos.

La formación es clave a la hora de ayudar a enfrentar el miedo al futuro y dotar de habilidades relevantes para planificar en este nuevo entorno, que amenaza con centrar las acciones solo en el corto plazo. Sin embargo, a pesar de las múltiples cualidades positivas que esta revolución tecnológica trae consigo, hay cosas que no se pueden sustituir tan fácilmente. La educación presencial incrementa la interacción, la riqueza y la calidad de las sesiones.

Concretamente, en las escuelas de negocio, el perfil al que nos dirigimos, indudablemente, requiere una cercanía y un trato «cara a cara» con la realidad de las empresas que en otros niveles no es tan necesario. Nuestros programas no se basan en la teoría, fundamentalmente se apoyan en la experiencia y, para San Telmo, la educación presencial sigue siendo la formación por excelencia, no sólo por el aprendizaje, sino también por el networking que genera y que aporta luz en las tendencias de sectores, áreas geográficas, cadenas de valor y modelos de negocio, etc.

Esto no impide que nos adaptemos a un modelo híbrido de formación, especialmente durante las circunstancias concretas de la COVID-19, donde se entrelazan las actividades presenciales on-premise, es decir, en las aulas físicas con reuniones en remoto o aulas virtuales.

Pero la innovación y la adaptación de las escuelas de negocios no se basa solo en el uso de nuevas tecnologías y nuevas plataformas. La innovación es escribir casos adaptados a los momentos que vivimos, a los retos que tenemos que hacer frente o a las dudas que se presentan. El futuro exige innovación, pero también excelencia. Cuando se debate un caso en las aulas de San Telmo, estamos centrados en la realidad-realidad con un enfoque de acción. Las clases requieren de una plena atención, son estimulantes y participativas y el control pasa de los profesores hacia los alumnos. Esta metodología es radicalmente diferente sin la educación presencial tradicional, ya que, entre otras muchas cosas, esta última no facilita desarrollar habilidades comunicativas ni poder eliminar el miedo escénico de hablar en público, vital para un empresario y directivo.

Los retos del sector de la educación serán potenciar el pensamiento crítico, dotar de habilidades de adaptación, incrementar la actitud prudencial y aplicar un modelo híbrido de formación, creando un liderazgo basado en la innovación.

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