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Extremadura puede ser una isla

Extremadura puede ser una isla

JUAN CARLOS COTALLO

Miércoles, 2 de noviembre 2022, 11:19

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En el sector inmobiliario se tiende a generalizar, y no es lo mismo Madrid que Ávila. Los grandes flujos migratorios en búsqueda de empleo y oportunidades han hecho que las grandes ciudades aumenten de población. Y este es el requisito indispensable para que crezcan los números del inmobiliario. Pero las cosas están cambiando. En las poblaciones tensionadas es cada vez más difícil promover viviendas. El coste del suelo en estas ciudades es desproporcionado y a veces llega a ser el 50% del valor de venta de las viviendas. Esto hacer por un lado peligrar las ventas por estar fuera de rango de los compradores y por otro pagar solo por la ubicación sin tener en cuenta la calidad de lo que estás comprando. Un ejemplo, en Madrid un piso de 100 m2 básico roza el millón de euros y en Cáceres por menos de la mitad tendríamos una vivienda de superlujo.

Regiones como la nuestra, con una población del entorno del millón de habitantes, donde debido a la producción de energías renovables se hace muy atractiva la inversión industrial ya que garantiza un coste fijo y barato de la misma y donde en la actualidad hay presentados más de 40 proyectos de cierta envergadura, no es difícil intuir que el sector inmobiliario puede tener unos años de desarrollo sostenible. Ayuda también pensar que el teletrabajo dotará a la población más exigente la posibilidad de elegir su residencia habitual. Mejores viviendas, de más calidad, menos transporte, más seguridad ciudadana, comercios de proximidad y de más y mejor economía verde y circular, todo ello nos convierte en una región de destino. Este cóctel de menores costes y mejores condiciones de vida pudiera llevar a que Extremadura acabara siendo una isla dentro del panorama nacional.

Por otra parte la evolución del sector de la segunda mano se centrará en dotar a un gran número de viviendas de las características de eficiencia energética y accesibilidad que ahora carecen. Más del 90% del parque actual de viviendas no llega al estándar requerido por Bruselas en eficiencia energética. Hay que rehabilitar todas las fachadas dotándolas de mejores aislamientos y modificar todas las instalaciones de producción de climatización para ser más eficientes. Y por otro lado utilizar las cubiertas de los edificios para la producción de energía solar.

También en clave positiva los fondos de recuperación y resiliencia van a elevar las inversiones en el sector, sobre todo en vivienda existente para la transformación energética

Sin embargo no todo es de color de rosa. Nuestra espada de Damocles radica en tres puntos de la máxima importancia. En primer lugar la escasez de mano de obra cualificada necesaria para atender esta demanda que se va a producir, tanto de obra nueva como de rehabilitación en vivienda usada. No ha habido renovación en la mano de obra después de la crisis del 2008 y esto ha ocurrido tanto en nuestro sector como en la agricultura y los servicios. Esto debe resolverse mediante formación profesional a corto plazo y muy especializada y con inmigración proveniente de terceros países para lo cual deberán llegarse a los acuerdos oportunos y tomar las medidas legales convenientes para agilizar los trámites necesario e imprescindibles. En países como Alemania y Francia ya ocurrió lo mismo en épocas anteriores. Debemos aprender de sus aciertos y por supuesto no repetir sus errores.

En segundo lugar el encarecimiento desordenado y desorbitado de los materiales de construcción, debido al alza de la energía pero también a una corriente alcista que nos ha llevado en 2.022 a una inflación superior a los dos dígitos. Hay que hacer todos los esfuerzos necesarios para revertir esta situación. Y es una tarea de todos, los gobiernos tomando medidas valientes y los empresarios y autónomos apretándonos un poco más el cinturón como hemos hecho en multitud de ocasiones a lo largo de la historia reciente. Ese caballo desbocado solo trae desgracias para todos, clientes, empresas y gobiernos.

Por último y como consecuencia del estado de la economía la subida de los tipos de interés. Para el sector inmobiliario las subidas de tipos que se han producido y las que quedan por publicarse a la fecha de este artículo, pueden desincentivar la compra tanto de vivienda nueva como usada. Sobre una hipoteca media de 150.000€ la cuota de amortización más intereses puede encarecerse por encima de los 100/150€ al mes. Esto aparejado con el resto de subidas del comercio y la alimentación y no digamos los servicios energéticos, va a llevar a algunas familias a no invertir ni en vivienda nueva ni en usada.

Tengamos en cuenta que en vivienda nueva se producen de manera directa 2,5 empleos directos anuales por cada una de ellas y casi otros tantos de manera indirecta. Por lo que dejar de producir las 200.000 viviendas anuales que demanda la sociedad llevaría al paro cerca de un millón de trabajadores. Y esto es algo que no podemos permitírnoslo.

Finalmente queda una reconversión en el sector inmobiliario derivado de la digitalización de las cosas. Las viviendas de un futuro más o menos inmediato estarán dotadas de mecanismos que facilitarán nuestra vida y elevarán el estado de bienestar actual. Con este objetivo el sector debe prepararse y hacer las inversiones en I+D+i necesarias para atraer a nuevos compradores y sobre todo a los más exigentes. Nos queda todo un futuro ilusionante por delante.

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