Durante el siglo XIX existía la creencia de que, si una persona circulaba a 32 kilómetros por horas montado en una de las innovaciones tecnológicas del momento, el tren, se podría sufrir daños en la retina y problemas de respiración en un cuerpo humano sometido a esa velocidad. Hoy cuando empleamos conceptos como «investigación científica», «innovación» o «desarrollo tecnológico» en los medios de comunicación, redes sociales o en el día a día de los ciudadanos, solemos provocar que, en la mente de estos, se generen ideas como «complicado», «caro», «expertos», «especialización», «mucho tiempo», etc. Y estas ideas que se generan en los ciudadanos como resultado de esta gran ola de innovaciones tecnológicas que recorre el mundo, no puede convertirse en una barrera para ellos que limite su acceso a las tecnologías e innovaciones; pero, sobre todo, que provoque un rechazo hacia el progreso, la tecnología y la innovación.
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Términos como «Inteligencia Artificial», «Machine Learning», «Big Data», «Internet de las cosas (IoT)», «Metaverso», «3D modeling», «Blockchain» y otros más, nacen como tecnologías disruptivas en los últimos 30 años, con un elemento común a todas ellas: la modificación de nuestra forma de vida, la forma de relacionarnos con nuestra familia y amigos, la forma de comunicarse con otros seres humanos o simplemente la forma en la que interactuamos con el mundo que nos rodea. Es en este cambio de paradigma social, provocado por una revolución tecnológica cada vez más rápida, donde los actores que formamos parte de la innovación y el desarrollo tecnológico a través de Centros de Investigación, empresas del sector de la innovación, empresas TIC, organismos públicos, asociaciones, fundaciones o cualquier empresa que adapte la tecnología en sus procesos. Debemos incrementar nuestro esfuerzo por conseguir una mejor comunicación del usuario con nuestras tecnológicas y, sobre todo, tener como idea que cualquier tecnología que no puede ser utilizada por cualquier ciudadano, de cualquier edad, de cualquier condición económica o de cualquier lugar, estará carente de la más importante condición: su aceptación.
La idea fuerza que ha de regir el desarrollo y ejecución de la innovación tecnológica en los tiempos actuales no puede ser otra que la democratización y universalización del uso de las tecnologías por parte de los ciudadanos. Esta universalización de la tecnología solo puede realizarse a través del desarrollo de productos y servicios que incorporen a las innovaciones tecnológicas la facilidad de uso por los usuarios, la rapidez en la obtención de los resultados y, sobre todo, la accesibilidad económica para cualquier ciudadano, empresa u organismo. No debemos concebir la investigación científica, la innovación y el desarrollo tecnológico como procesos aislados y desconectados del mundo global, que es desarrollado por unos pocos, entendidos por otros pocos, y cuya única finalidad es la consulta por un número de expertos en un momento determinado.
La pregunta que nos debemos plantear en los próximos meses y años en el campo de la innovación y desarrollo tecnológicos es la de cómo conseguimos que todas aquellas ideas, investigaciones o descubrimientos que realicen o pueda realizar la generación más formada y capacitada que hemos tenido nunca, se conviertan en productos y/o servicios que sean utilizados por todos los ciudadanos, por empresas, por organismos tanto de nuestro entorno más próximo como del punto más alejado de donde nos encontremos.
Es, por tanto, en los ecosistemas tecnológicos donde se deberán desarrollar nuevas formas de colaboración y trabajo, de compartición de las ideas y los resultados, pero sobre todo de la creación de canales de comunicación más ágiles y óptimos que posibiliten el flujo rápido de las ideas y avances tecnológicos, desde los actores que son capaces de crearlas y/o desarrollarlas a aquellos actores del ecosistema tecnológico que son capaces de convertirlas en productos y/o servicios para acercar la innovación y tecnología al ciudadano. Es decir, se debe crear un Ciclo de Innovación Tecnológica que permita la rápida conversión de las innovaciones tecnológicas desde el campo de la idea, la investigación o la ciencia en productos y servicios que sean utilizables por los ciudadanos. Debemos orientar la investigación y desarrollo tecnológico al usuario y por extensión al mercado, como un sistema que nos permita generar no solo el valor tecnológico, sino otros valores como económicos o valores de mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
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Esta idea de acercar al ciudadano a la innovación tecnológica a través del desarrollo de productos y servicios ha sido el leitmotiv de un grupo de empresas tecnológicas y startups que han nacido y se han desarrollado en Extremadura en los últimos 15 años apoyados por un sistema público-privado de apoyo a la investigación, innovación y a la creación de empresas tecnológicas dentro de la comunidad. Empresas y startups que, a partir del desarrollo de productos y servicios basados en la innovación tecnológica, han conseguido que las mismos sean utilizados por millones de personas alrededor del mundo, por empresas u organismos tanto a nivel nacional e internacional, pero sobre todo, que han permitido a partir de su expansión nacional e internacional crear un sector tecnológico fuerte en la Comunidad Autónoma de Extremadura que, además de aportar valor económico a los datos de la comunidad, retiene en el territorio el talento que en él se genera, atrae a talento de fuera para cubrir puestos de trabajo altamente cualificados y sobre todo, desarrollan un nuevo sector industrial dentro de la región.
Por ello, y como hemos venido expresando con anterioridad, acercar la innovación a los ciudadanos mediante el desarrollo de productos y/o servicios para ellos, debe constituir la piedra filosofal sobre la cual construir cualquier política de desarrollo de empresas de bases tecnológicas en cualquier territorio donde se quiera tener a la Innovación tecnológica como el sector fuerza sobre el cual sustentar el desarrollo futuro. A imagen y semejanza de como unos jóvenes en Palo Alto (California) crearon el mayor polo tecnológico e innovador actual, mientras soñaban que cambiarían el mundo creando productos y servicios tecnológicos que pudieran ser usados por millones de personas.
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