Es imposible e injusto hablar del turismo y la restauración del 2021 sin mencionar de dónde venimos. Además, es bueno escribirlo para recordarlo siempre.
Y, sobre todo, porque quiero hacerlo, sin excusas, porque se me da la oportunidad.
No pasamos años en balde, no pasamos del 2019 al 2021 porque sí, hemos vivido el 2020. Año de grandes experiencias, incertidumbres, miedos, retos y por qué no decirlo, de oportunidades también.
Quién nos lo iba a decir, iniciábamos un 2020 con esperanzas de mejorar el 2019, el mejor en la historia del Turismo y la Hostelería en Extremadura. Con una aportación del 7,2% al PIB y con el objetivo de poder acercarnos al 8% en el 2020. Y apuntaba maneras, la verdad. Enero y febrero mejorando los números del año anterior, pero en marzo se alineó la tormenta perfecta.
Siempre he sido rápida en la toma de decisiones y muy ágil en adaptarme a las distintas etapas y escenarios que en el camino de la vida me he ido encontrando. Nada diferente al resto de cualquier empresario que se precie de serlo. Y eso es lo que a todos nos ha tocado hacer: reevaluar y decidir rápidamente para adaptarnos a una realidad desconocida.
¡Pero, cómo olvidar!
Las anulaciones de reservas en cascadas, las caras de pavor e incertidumbre de los trabajadores mientras sigues diciendo que todo está bien y controlado, el dolor profundo por el cierre de tu establecimiento, el confinamiento, los ERTE, el endeudamiento financiero, léase los ICO, sin horizonte temporal, el mantenimiento de los costes de infraestructura sin ingresos, la lentitud de una administración burócrata que no entiende que no se trata de ayudas, sino de indemnizaciones, que no se trata de repartir migajas, sino de salvar empresas y por ende puestos de trabajo, sujetos diariamente a las directrices del BOE y el DOE y sus diferentes contradicciones… y lo más difícil de superar emocionalmente, la pérdida de tantas vidas que se han quedado en el camino.
Y nos encontramos al escribir estas líneas en la mitad del 2021. Una sociedad cansada del encierro, de las noticias negativas que empieza a recuperar a medias la vida anterior gracias a las vacunas y con muchas ganas de salir y de viajar, afortunadamente para nuestro sector.
Y digo afortunadamente después de haber sido el sector más castigado y denostado en la pandemia, sin pruebas fehacientes, ni números que lo avalaran, simplemente por el objetivo sanitario-político de impedir la movilidad ciudadana.
Un sector de actividad económica que se caracteriza por su efecto multiplicador, aunque algunos lo desconozcan. Por cada puesto de trabajo en el sector se generan 1,5 en actividades adyacentes y por cada 100 euros gastados por los viajeros se generan 75 euros de negocio inducido.
Pero esto no va de quejarse, aunque lo parezca. Es la realidad que los empresarios del sector hemos vivido. Ahora toca encarar el futuro partiendo de unas pérdidas del 75% en el número de viajeros y en pernoctaciones a nivel nacional y de un 55% a nivel regional. En este sentido, hemos tenido un mejor comportamiento que otras comunidades.
Pero los datos parecen ser más más alentadores de lo que intuíamos hace unos meses. Esa renacida necesidad por viajar nos presenta a un viajero que demanda seguridad, naturaleza, espacios abiertos, no masificados y cercanos a su domicilio. Y ahí, Extremadura presenta una gran oportunidad porque podemos cubrir con solvencia todas esas necesidades.
El 2021 será un año clave para el futuro del turismo post-pandemia y los empresarios confiamos en iniciar la recuperación completa en el primer semestre del 2022, debido a esas ganas de viajar del turista y al empuje de los empresarios y trabajadores del sector, más que a esas ausentes indemnizaciones y a las políticas de protección del turismo no establecidas.
Es hora de poder sentarnos a pensar el modelo del sector de turismo que queremos para Extremadura y para ello la interlocución pública privada es más que necesaria. Pero esa interlocución debe ser real y efectiva con los auténticos representantes empresariales de los distintos subsectores que aglutinan el sector. No todos los subsectores van a tener la misma recuperación en tiempo. El segmento MICE será el más afectado y el último en recuperarse.
En ese ejercicio de pensamiento del nuevo modelo turístico para Extremadura personalmente me gustaría reflexionar sobre tres aspectos potenciales importantes:
1. La oportunidad de nuestra ubicación. Dejemos pensar en Extremadura como un lugar periférico, fronterizo y estático. Proyectemos Extremadura como un enclave y destino de unión entre dos grandes capitales turísticas, Madrid y Lisboa. Aprovechemos las sinergias de este espacio, de este 'corredor sudoeste ibérico' que une a los 13 millones de residentes que habitan en sus ciudades y que como destino turístico interconecta con más de 20 millones de habitantes. El pensar en esta perspectiva puede ser determinante para nuestro futuro.
2. El reto de sumar el teletrabajo a la despoblación rural. Sí, el teletrabajo puede ser una gran oportunidad, si lo sabemos hacer, para atraer a esos nómadas digitales a nuestro entorno rural despoblado. Hemos demostrado que nuestros espacios rurales tienen un gran potencial como espacios seguros y resilientes. Vamos a poder tener acceso a recursos europeos para reconstruir esos pueblos y dotarlos de la tecnología necesaria para atraer a esos nuevos turistas digitales. Daríamos cumplimiento a todas las vertientes exigidas: potenciar el mundo rural, calidad de vida, biodiversidad, sostenibilidad, tecnología-innovación, atracción turística, calidad de recursos naturales…
3. La apuesta decidida, y entre todos, por un turismo de calidad. Si algo hemos aprendido es que el cliente está dispuesto a pagar un poco más por servicios privados–personalizados, productos exclusivos y propuestas innovadoras. Trabajemos conjuntamente para convertir en productos turísticos y paquetizar en origen esos recursos y experiencias que ya tenemos y podemos generar. Y todo ello con estrategias mejores de comunicación y marketing orientadas a los distintos segmentos de clientes y al incremento de la estancia media.
En definitiva, vivimos en un espacio privilegiado que debemos poner entre todos aún más en valor.
La combinación perfecta de nuestro patrimonio, cultura, gastronomía, naturaleza, aguas, espacios abiertos no masificados y la amabilidad de su gente harán de nuestra tierra un destino turístico universal y singular.
¡Vamos a ello…!